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Texto para: El filo de una caricia (audiovisual):  

Dirección: Paula Pino 
Arte: Mariana Barón
Fotografía y edición: Ariel Larriba 
Música: Facundo Mottes 
Voz: Catalina 
Interpretación: Catalina 
Make Up: Luis García 
Dirección general proyecto y producción del cortometraje: Gabriela Nafissi

 

9no Dispositivo de Experimentación artística: Un matema poético para la causa artística. Mendoza, Argentina. 2021



https://revistasoydechacras.com.ar/el-filo-de-una-caricia-el-nuevo-estreno-de-la-mano-de-la-artista-mariana-baron/

 

  Una caricia es una acción y vínculo sobre superficie. El filo es como ese borde extremo que divide o que indaga en las partes. La presencia orgánica e inorgánica en las materialidades es desafiada para traspasar. Es el erotismo que amalgama al filo y a la caricia, colocando este gesto como diálogo y disyuntivas”.

  “Las obras de Mariana Barón usando la palabra ‘deseo’ engarzada en metales y ornamentos me impactan de lleno en esta producción como espectador. Hay tensión, hay sugerencia, seducciones y expectativas de encuentro e imposibilidad desafiante por la yuxtaposición o la superposición de las formas y el filo. Entonces queda el objeto como inerte sobre el sujeto erotizable; oda al fetiche significante y propio sin imposición o molde industrial del porno homogeneizante”.

  “Piel, metal y atmósfera lumínica/sonora vehiculizan a la propuesta satélite de “Matema Poético para la causa Artística”. Los emplazamientos originarios, cuando se revinculan o se los transita, generan posibilidades de emplazar, y esto así sería infinito, incontenible e inabarcable. Son los procesos y sus tiempos los que habitan en la experiencia de seguir viajando y de crear nuevos territorios, fronteras o límites. 

 

                                                                                                             juan(b)justo

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Texto para: Trazas en la contingencia (COMPILADO Nº12) / ARREGLOS FRENTE A UN REAL SIN LEY:  Ejercer la cuarentena.  Proyecto online (fotografías y video).

Mendoza, Argentina. 2020



https://juanbjusto75.wixsite.com/ejercerencuarentena
 

 

  Este proyecto on line es una recopilación de fotografías y videos realizados durante los meses de marzo, abril, mayo y continúa bajo el contexto de pandemia por Coronavirus. 
Una imagen es el emergente de una intencionalidad en determinadas circunstancias; un epígrafe ampliado figura en cada galería de fotos o videos que se aloja en el sitio web, también articulando hay recortes de artículos periodísticos que guardan relación con el título de la serie y el mes de producción en que se realizó. 
La narrativa visual y textual en esta propuesta de ejercer en cuarentena busca también abordar los espacios de un hogar situado (ese espacio privado e íntimo) que es atravesado por una experiencia política, sanitaria y gubernamental. 
La recopilación de EJERCER EN CUARENTENA funciona como diario pero no íntimo en el sentido de exhibición, pero sí intimista en la vivencia de la experiencia colectiva de confinamiento. 
Este diario no íntimo entonces se va armando sobre soporte digital con una sintaxis on line 3.0, y es arrojado a un tráfico de datos en un supuesto vacío espectral organizado pero con señalamiento de territorio físico (el gran Mendoza y en Argentina) y es desde ahí donde ejerzo mi cuarentena.

 

                                                                                                             juan(b)justo

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Texto para: Habitar el oasis (muestra):  Anahí Argumedo, Mariano García, Angelina Orozco, Marcos Henriquez, Ivana Gómez, Carlos Leandro Henriquez, Cesar Morales y Rol Lux.  Sala Anexo MMAMM, Ciudad de Mendoza, Argentina. 2019
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
https://ciudaddemendoza.gob.ar/2019/06/07/se-inauguro-la-muestra-habitar-el-oasis/


Habitar el oasis (2019)

 

  Max Wertheimer y sus aportes a la teoría de la Gestalt menciona una tensión entre totalidad y fragmento (e incluso el desierto y el oasis podrían ser una mirada situacionista), esto no es un devenir a-histórico en el terreno de la producción visual contemporánea, situación que el emplazamiento de Habitar el oasis retoma y nos propone otra vez esta gramática.

 

  Adentrarse a una ficción distópica (Yevgeni Zamiatin en "Nosotros" lo anuncia) de habitar una región anunciada como deseo (el oasis para el viajero) es poner en conflicto a los discursos utópicos que todo ejido cultural sostiene y contiene. La ficción política utópica de organizar un hábitat venturoso a través de una unidad coercitiva en si misma no es una novedad para esta etapa histórica donde lo fragmentario parece una lógica y una decisión de gestionar el transcurrir de los destinos expuestos al "sálvese quien pueda", pero en esta instalación la promesa (utópica) no fue siquiera generada  y la distopía emerge e ilustra las coyunturas urbanas que parecen no anhelar siquiera un futuro, el enredo presente es tal que a modo de caleidoscopio nos invita a posicionarnos en algún fragmento y desde ahí erigirnos e intentar a modo de patchwork suturar bajo las ideas y o acciones que desde el arte podemos elucubrar al menos.

 

  Parece que en estas regiones la premisa de habitar son incluso formas de la política que pretende delimitar y re narrar territorios (Amédée Jacques) ya inscriptos en otras tradiciones; tomando este mandato l@s artistas se suman a la preocupación de cumplir con la misión fundamental que se inscribe en esta nación y se lanzan al conflicto de estar, pero acá surge una novedad al menos desde la cronología ocupacional, se habita un desierto dicen los procedimientos locales, luego se repara en las existencias de los oasis, esa tradición es desmontada en esta propuesta artística ya desde el enunciado de la instalación (colectiva e individual, otra totalidad y fragmento en los modos de producir) y el grupo decide estar en el oasis  desplegando así la parafernalia cultural del depositar sus destinos en esa sentencia tan autóctona como  "Mendoza es un oasis", que ratifica una idea del bienestar posible y accesible ante la hostilidad de un afuera, pero en este caso la instalación habita en una frase ya consagrada de estar en Mendoza como en una suerte de implicancia insular o de placer y ahí nos lleva a que el oasis es distópico una vez más,  y cada cual bebe del agua que hay, como puede.

 

  La arquitectura se vuelve una opción fundacional y poetiza las formas ya habitadas y despliega un linde con el espacio expositivo entre lo real y lo virtual; distintas estrategias de construcción devuelven discursos conflictivos, contradictorios y hasta superpuestos, pero se perfila la idea de que incluso el mismo oasis en el desierto no es un lugar de detenimientos sino al contrario de movimientos.  Algunos rincones del oasis habitado son decisiones de páramos que conviven con lenguajes tradicionales de una pintura (naif vegetal) que es mediada por una pantalla, las ambientaciones sonoras se vuelven una forma visual para aunar los fragmentos de la instalación (Rol Lux),  y una realidad aumentada que casi convalida el estar contemporáneo como salida posible a la crisis de lo corpóreo  no deslumbra como tal (el modelado 3D) sino que se suma al conflicto mismo y parece que en el oasis hipotetizado todo se precariza aún más y se vuelve inestable.

 

 

  ¿Es un plan de salvataje lo que ejecutan coreográficamente los soldados de plástico ante el devenir del colapso dentro y fuera del oasis propuesto (responde Mariano García)?; ¿Hay políticas del control ante las micro escenas que acontecen sin guion en el fragmento de una ciudad expuesta a las irradiaciones de una proyección (responden Iva Gómez, Percha Henrique y Cesar Morales) que en varias horas no se logra percibir? ¿Atar desde las alturas a los fragmentos del llano es una posibilidad de conducir las miradas y las acciones destinadas a ser efectivas y posibilidad autónoma de ejercicio vinculado al oficio de bordar que no deja de ser unir y embellecer lo que a lo mejor es un espanto (responde Anahí Argumedo)?; ¿Es posible que la poesía pueda subvertir las lógicas del fragmento como modo caótico de proceder a estar y salga indemne o se arrincone y desde ahí se vuelva reacción y tan solo decore (responde Carlos y Juan Henrique)?; ¿Es ingenuo el lugar de la pintura hoy  ante la eficacia de una pantalla audiovisual que intenta salirse de los bordes y así ocupar una centralidad cuasi ontológica (responde Angelina Orozco)?; ¿Las realidades de aumentar  los limites de lo virtual y lo físico son la nueva revolución a la que deberemos tenerle fe y renunciar así a la incredulidad de la experiencia o son ejercicios de convalidar el pertenecer a una cultura digital a como de lugar (responde Cesar Morales)?

 

  Claro que repreguntarse es la posibilidad entonces de ingresar a este planteo laberíntico de la instalación en si misma, poder obtener respuestas estables es aventurarse a las confabulaciones futurísticas de la improbabilidad anacrónica, entonces discurrir y transitar se hace una suerte de GPS sin voz y sin señalamientos claros que nos permite poetizar a gusto y piacere de quienes quieran asumir esta tarea difícil por cierto.  Asumirse dentro de un oasis que no quita la sed precisamente sino más bien que incomoda con sus imágenes y que no buscan el encanto es por cierto salirse de la retórica cómoda de la situación placentera de la región (Mendoza) que se cree insular y nos posiciona ante las dificultades de estar y transcurrir. Habitar el oasis es una sentencia y una repregunta a la vez, una posibilidad más de mirar el alrededor de las cosas y representarse no como la tradición idealista de la percepción consagrada al destino del porvenir sino más bien reconocer el error, la herida fundamental y poder buscar originalidad en términos de recuperar el goce de ver.

 

 

                                                                                                             juan(b)justo


 

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